Observo un fenómeno curioso en LinkedIn: la tensión entre quienes comparten contenido de marketing con entusiasmo (a veces rozando lo peculiar) y aquellos que critican su relevancia con un tono… digamos, firme.
Esto me lleva a una pregunta clave: ¿quién tiene la autoridad para juzgar qué contenido aporta valor? ¿El recién llegado, con su perspectiva fresca? ¿El que se siente con expertise y comparte sus ideas, aunque no siempre sean convencionales? ¿O el experto consolidado, cuya experiencia es valiosa pero podría limitar nuevas visiones?
Personalmente, me inclino por una postura más relajada. Si un post no resuena contigo, la opción de dejar de seguir o simplemente ignorarlo parece la más eficiente.
Entiendo el valor del debate constructivo y de señalar áreas de mejora. Sin embargo, en LinkedIn a menudo se confunde la crítica con una actitud de superioridad, lo que no fomenta un ambiente de intercambio positivo. En lugar de un espacio para compartir ideas de manera sana, se genera innecesaria crispación.
Mi humilde opinión: si tienes algo que aportar, compártelo. Si un contenido no te interesa, simplemente no lo leas. Ya hay suficiente saturación de información en internet como para añadirle más confrontación de la necesaria.
Al final, ¿no deberíamos utilizar LinkedIn para construir conexiones, aprender en conjunto y enriquecer nuestras perspectivas, en lugar de enfrascarnos en debates poco productivos sobre la validez del contenido ajeno?
Me interesa conocer sus opiniones. ¿Cómo perciben esta dinámica en la plataforma?
Autor: Daniel Villena